Tan relativo es el tiempo, que no
lo logro entender.
¿Cómo puede ser que un minuto a veces nos parezca mucho y otras veces insuficiente?
¿Por qué a veces solo queremos que
el día pase lo más rápido posible, y los minutos se nos hacen eternos, pegajosos,
insoportables, incluso d
olorosos?, por el contrario, en otras oportunidades, lo
único que deseamos es que el tiempo se detenga, ¡que todo pare YA!, y el
presente se inmortalice, mientras los segundos se nos escapan entre los dedos,
condenándonos a finales inevitables.
¿Qué es lo que realmente marca la
diferencia?
Vivimos ESCLAVOS DEL TIEMPO,
queriendo más o menos, nunca conformándonos, olvidándonos de disfrutar del
AHORA. Insistimos en medir, controlar, en encasillar, en igualar los tiempos,
sin entender que nuestra mente, nuestro corazón, todo en nosotros tiene ritmo
propio y sólo hay que dejarse fluir.
Dejamos las cosas “para después”,
para “algún día”, para “cuando nos quede tiempo”. Aprendamos que ese tiempo es HOY,
que en realidad no queda tiempo, que el presente se aprovecha y que quizás si
no es ahora, puede que el tiempo finalmente nos gane.
¿Qué harás tú con tu tiempo?
Con cariño,
Vale